Por Jonás Berea (jonasberea@gmail.com)
Publicado también en Café Hispano (Spectrum)
Hace un año, una semana antes de las elecciones municipales
del 22 de mayo, diversos movimientos sociales confluyeron en numerosas ciudades
de España, manifestándose en concentraciones masivas. Algunas de ellas se
convirtieron en acampadas urbanas y, ante todo, en asambleas permanentes y
abiertas a toda la ciudadanía. Había nacido el movimiento 15-M. Café
Hispano se hizo eco del fenómeno en dos artículos de Rubén Sánchez (1
y 2),
en los que se invitaba a pensar en la
relación entre este movimiento por la dignidad y el compromiso de los
adventistas con los problemas de nuestra sociedad. Más adelante Sarai
de la Fuente y José
Manuel López Yuste compartían sus reflexiones sobre el asunto. (Recomiendo
también la lectura de los siguientes artículos
de autores evangélicos publicados en Protestante
Digital: Indignados: terminar la transición, No
podemos quedarnos de brazos cruzados y callar, Kilómetro Cero sigue con su predicación en
Madrid en medio del 15M
y Jesús, el primer indignado.)
A partir del 15 de mayo, en la pequeña ciudad en la que vivo
se formó una asamblea que de forma
periódica estuvo reuniéndose en la calle durante meses. Tuve la oportunidad de
formar parte de ella desde sus primeras sesiones. Una experiencia de lo más estimulante,
por varios motivos: ha puesto en contacto a ciudadanos diversos, preocupados
por la realidad social de su ciudad. Desde la asamblea se han organizado
movilizaciones y actos para defender derechos básicos de la población. Han
surgido grupos de acción variados, orientados a promover alternativas prácticas
al modelo imperante. La propia asamblea ha sido un espacio abierto de debate e intercambio de ideas. Tristemente, también
se pudo comprobar cómo afloraban conflictos, a veces quizá inevitables, otras
veces absurdos.
El pasado 12 de mayo de
2012 se celebró el aniversario del movimiento, no sólo ya en España, sino
en todo el mundo, pues estas movilizaciones se han extendido a numerosos
países. Al encontrarme en Zaragoza, tuve la ocasión de participar en la que
posiblemente fuera una de las marchas más multitudinarias. La recorrí dos veces
de principio a fin y calculé que había unas 10.000 personas, y eso mucho antes
de que finalizara su recorrido en la
Plaza del Pilar. Mientras sacaba decenas de fotos y varios
vídeos, reflexionaba yo, una vez más, sobre el significado que semejante movilización
tiene para un cristiano: miles de personas preocupadas por la deriva de un
sistema que muestra su rostro más cruel; una multitud reivindicando la dignidad
humana; una muchedumbre anhelando un mundo mejor…
Una pancarta me llamó la atención; reproduzco su anverso y su reverso
junto a estas líneas. Me acerqué a hablar con su portadora, identificándome
como cristiano; ella me explicó que es contrario al segundo mandamiento
llamarse cristiano, como hacen algunos de los que se encuentran en el poder, e
implantar recortes que dejan desamparados a los más débiles. Al ser solicitada
por otras personas, no pude prolongar la interesante conversación con ella. Yo
pensaba: “Hace un año que estoy participando en actos de este tipo y he tenido
oportunidad de expresarme en defensa de la dignidad humana y de promover métodos
pacíficos basados en los principios de la no violencia. Pero lo cierto es que
se pueden lanzar muchos otros mensajes directamente bíblicos”.
Más adelante me encontré con un miembro del Movimiento
Cultural Cristiano, un grupo católico sobre el que tengo una visión muy crítica
basada en un conocimiento bastante amplio de su trayectoria. Pero no dejo de
admirar el idealismo de algunos de sus miembros; éste en concreto repartía
folletos informado sobre una interesante iniciativa, los Círculos de Silencio
a favor de los derechos de los inmigrantes.
Interpelar y ser interpelados
Ante estas experiencias, me viene a la mente lo siguiente: Como ciudadanos, tenemos una responsabilidad con la sociedad en que vivimos. Como creyentes, tenemos una experiencia vital que compartir con todos aquellos dispuestos a entablar diálogo con nosotros. Como cristianos, tenemos un amigo que presentar. Como adventistas del séptimo día, tenemos un mensaje específico de esperanza en una solución inminente y definitiva a los males de este mundo.
La sociedad actual ofrece múltiples espacios y oportunidades
en los que podemos participar poniendo a disposición de los demás estas cuatro
dimensiones de nuestra identidad. Pero sólo
seremos capaces de hacerlo si nuestra relación con la sociedad es una vía de
dos direcciones. No podemos continuar encerrados en nuestra burbuja y desde
ella pretender ser sal de la tierra. Para interpelar al prójimo debemos
sentirnos interpelados por él. Y descubriremos que muchos de los valores que nosotros proclamamos, no
sólo otros ya los tienen, o los buscan, sino que en ocasiones los han
desarrollado de forma más coherente que nosotros mismos. Entre las pulsiones
más sanas del 15-M están la horizontalidad, la igualdad, la participación, el
espíritu crítico y autocrítico, el respeto… Tenemos mucho que aportar, y no
poco que aprender. Por ejemplo, no debemos olvidar que “iglesia” significa
precisamente “asamblea”. Y a pesar de que la práctica del movimiento ha puesto
en evidencia las graves insuficiencias de un modelo estrictamente asambleario, sobre
todo en las reuniones masivas, como la de Madrid (véase, por ejemplo, este
testimonio en primera persona), quienes hemos participado en asambleas no
dejamos de admirarnos de la gran riqueza de ideas y aportaciones que pueden
surgir en un encuentro de personas heterogéneas con algunos objetivos comunes.
El movimiento 15-M es difícil de valorar, pues uno de sus
rasgos es el carácter plural,
transversal y difuso. Sin duda ésa es su gran debilidad para plantearse
como alternativa viable. Pero, desde una perspectiva cristiana, precisamente
esa debilidad es lo que lo hace más atractivo; más, por ejemplo, que el lejano
Mayo del 68, que comparte con el 15-M algunos aspectos (idealismo, carácter
festivo, insatisfacción con el sistema dominante, asamblearismo…), pero en el
cual se movían algunas alternativas que entonces eran una amenaza real
(maoísmo, nihilismo…), aparte de que los elementos violentos estaban mucho más
presentes que en nuestros días. El 15-M, en cambio, se configura como un movimiento abierto en el que cabemos todos,
y en el que es más fácil encontrar un espacio donde los cristianos podamos
expresarnos libremente. Por supuesto, eso requerirá utilizar unos códigos que resulten comprensibles y
atractivos para las personas implicadas en estos entornos, que por lo general
suelen responder al perfil de “concienciadas”.
El 15-M ha resultado ser un aglutinador de iniciativas
sociales muy variadas, y a la vez ha creado espacios nuevos. Lo interesante es que estos espacios son en
general muy abiertos a la participación:
manifestaciones, asambleas, grupos de consumo, plataformas… Por un lado nos
interpelan y nos permiten comprometernos; pero a la vez no están concebidos como colectivos absorbentes, sino como una
especie de voluntariado, donde el compromiso de cada uno llega hasta donde le
permiten su disponibilidad, sus preferencias o simplemente su conciencia. Ésa
es una ventaja para quien tenga miedo a implicarse excesivamente en algo cuyos
fines no acaba de ver claros.
Propuestas
¿Qué podemos hacer los cristianos en general, y los adventistas en particular, en el 15-M? Ésta es mi particular tormenta de ideas:
Activismo
personal/grupal: Si encontramos hermanos con los que participar, nos
sentiremos más apoyados. Pero si no conseguimos formar un grupo, podemos asistir
de forma individual. Es sorprendente la influencia que una sola persona puede
ejercer en una asamblea, e imprevisible el impacto que puede tener una sola
pancarta. Como cristianos, además de prepararnos intelectualmente, podemos
pedir que el Señor ponga en nuestros labios palabras que tengan efecto sobre los
demás.
Planificación desde
la iglesia: Las sociedades de jóvenes pueden ser una plataforma estupenda
desde la que organizar la participación en este tipo de espacios. Lo mismo que
se programan actividades de lo más variado, ¿por qué no plantearse salir a una
de las marchas, asambleas, acampadas…? El grupo de jóvenes, junto con los
adultos que deseen incorporarse, puede elegir una actividad en la que
participar, definir sus objetivos previamente (que pueden ser simplemente observar,
o participar de forma más activa…) y asistir.
Conocer: Una fase
previa sería organizar en la iglesia una reunión (o más) en la que se estudie
el 15-M y el mundillo que existe en torno a él. Se puede compartir la
información de que cada uno dispone, e invitar a personas, de nuestra iglesia o
no, que hayan participado en alguna de las actividades de este entorno.
Trabajos de
preparación: Las propias tareas previas son de lo más formativo. Sería
interesantísimo organizar talleres para preparar lemas que resulten atractivos
para la sociedad y que a la vez interpelen a las conciencias, redactar folletos
que plasmen nuestro mensaje para estos colectivos, diseñar pancartas, crear espacios
en Internet… El trabajo orientado hacia el prójimo y la reflexión sobre nuestra
identidad caminarán de la mano.
Actividades en la
calle: Hace un año la eclosión del 15-M trajo consigo una intensa actividad
callejera. En las acampadas había actuaciones, se instalaron stands de todo tipo (incluso de temas
espirituales)… Hasta donde sé, nosotros no aprovechamos aquella oportunidad
para llevar nuestras actuaciones. Este año, debido entre otros factores a la
mayor represión policial, previsiblemente la actividad callejera será menor,
pero quizá todavía estemos a tiempo para aprovechar estos escenarios.
Civismo: El
carácter autogestionario del movimiento anima a que se desarrollen iniciativas
cívicas, en las que la participación de un grupo organizado de personas puede
ser ejemplar. Desde participar en la limpieza de los espacios ocupados por las
marchas o las concentraciones y animar a otros a hacerlo, hasta colaborar en
las redes de solidaridad que se generan…
Creatividad: Cuando
uno asiste a una de estas concentraciones, puede observar la gran variedad de
ideas que la gente es capaz de poner en práctica. Son ocasiones en las que,
superando complejos, se pueden expresar muchas ideas y valores.
ADRA: Si bien no
es conveniente que una iglesia asista identificándose como confesión particular
(sí como cristianos, o creyentes), en las marchas del 15-M hay espacio para las
ONG y otras organizaciones. Siendo que el eje del movimiento es la dignidad
humana, sería ideal que la Agencia
Adventista para el Desarrollo y los Recursos Asistenciales
estuviera explícitamente presente con su mensaje de solidaridad e compromiso con
la persona en todas sus dimensiones.
No violencia:
Cualquiera que haya participado en el movimiento ha podido comprobar su
carácter pacífico. Lamentablemente, los medios de comunicación se encargan de
magnificar los anecdóticos episodios violentos que en ocasiones se dan (no
siempre protagonizados por integrantes del movimiento). También es cierto que
algunos colectivos corean o muestran lemas agresivos. Pero el movimiento es
suficientemente abierto como para que no verse secuestrado por esas minorías. Y
la mejor forma de elevar el nivel de esta corriente por la dignidad es introducir
en ella el mayor número posible de personas e iniciativas no violentas: lemas,
pancartas, mensajes… ¿Y quién podrá conversar sobre la no violencia y hacer
reflexionar a estos sectores si no es alguien que se mueve en su propio entorno
reivindicativo? La no violencia es una seña de identidad adventista, cuyas
virtudes debemos vivir y compartir con los demás.
Ciberactivismo: No
todo el mundo puede estar presente en la calle constantemente. Hoy en día hay
mil formas de participar en los movimientos sociales a través de la red, que es
complemento y alternativa. Sobre ello ya escribí en mi artículo Una
red de activistas del evangelio.
Invito a los lectores a añadir sus propuestas o cualquier
otro comentario, así como a ponerse en contacto conmigo de forma personal en mi
dirección jonasberea@gmail.com.
ESTIMADO JONÁS:
ResponderEliminarPERSONALMENTE CREO, QUE EL 15-M REPRESENTA A LAS NUEVAS PLAÑIDERAS AL SERVICIO DE LA IZQUIERDA MAS REACCIONARIA, FASCISTA E IGNORANTE DEL SIGLO XXI.
UN CORDIAL Y AFECTUOSO SALUDO...
Estimado Antonio:
ResponderEliminarEn el 15-M, como movimiento abierto, hay de todo, pero caracterizarlo como lo haces me parece que implica un desconocimiento del mismo, y por tanto una incomprensión de su naturaleza y fines.
Un cordial saludo.
Antonio, desde el respeto a tus puntos de vista: ¿Podrías argumentar esa observación que has hecho sobre el 15-M?
ResponderEliminarUn saludo fraternal.
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