Por Joel Barrios
Publicado también en CaféHispano (Spectrum)
Entre el 26 y el 28
de octubre de 2012 el pastor argentino Joel Barrios dirigió cinco mensajes en la
IV Convención Nacional de la Juventud Adventista
Española, celebrada en Guadalajara. Estas predicaciones, ampliamente difundidas
por Internet (se pueden ver en este canal de Vimeo), están
provocando un impacto destacado en la Iglesia Adventista
española. Además, el pastor Barrios tiene un perfil en Facebook a través del
cual publica reflexiones bíblicas. Con su permiso, reproducimos la siguiente,
añadiendo algunos destacados en negrita. Recomendamos también un breve artículo
evangélico de temática similar: Personas,no instituciones.
“Y Esteban, lleno de gracia
y de poder,
hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo”
(Hechos 6:8)
hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo”
(Hechos 6:8)
La lapidación de San Esteban, por Rembrandt (1625) |
La influencia de
Esteban aumentaba debido al poder del Espíritu que lo acompañaba. Es en ese
momento que los de la sinagoga de los libertos entran en escena y comienzan a
disputar con él. El problema no era con Esteban sino con la influencia y el poder
que tenía. La mayoría de los grandes
problemas internos de una iglesia comienzan relacionados con asuntos de poder e
influencia.
En un ambiente
secular es más fácil admitir que la contienda se debe a esas cuestiones, sin
embargo en los círculos eclesiásticos
esos problemas tienden a disfrazarse de problemas doctrinales. Las personas
que comienzan estas contiendas generalmente son individuos como los libertos,
que muestran un gran celo por la causa pero que no tienen una experiencia
diaria y real con el Señor. A ellos les gusta estar siempre en medio de
discusiones áridas que no llevan a ningún lado pero que hacen parecer a
aquellos que los rodean como que tienen una gran preocupación por la pureza de
la iglesia. Hacen de un punto un mundo y
del mundo un punto si es que se trata de confrontar a los que parecen
amenazarlos. Sus definiciones de Dios pueden ser lógicas, sin embargo ellas
simplemente transmiten conceptos intelectuales que son el resultado del estudio
pero no de la experiencia.
Ese fue el caso de
los de de los libertos con Esteban. Ellos “no podían resistir a la sabiduría y
al Espíritu con que hablaba” (Hechos 6: 10) y es por eso que decidieron
comenzar una batalla doctrinal en su contra.
La enseñanza y la
influencia de Esteban comenzaban a socavar el poder y la influencia que ellos
pretendían tener sobre el pueblo. La presentación de la verdad fresca amenazaba
con desmoronar los pedestales que habían construido por tanto tiempo dentro de
la institución que les daba seguridad y autoridad. Los libertos no estaban
interesados en la verdad de Dios, estaban interesados en ellos mismos y habían encontrado en la institución el
medio por el cual ser respetados, reconocidos y servidos, no estando
dispuestos a ceder ni un pequeño espacio a aquellos que promovían cambios.
Esa es la amenaza a
la cual están expuestas las instituciones religiosas que llegan a ser un fin en
sí mismas. Esteban representaba al movimiento vivo que surgía dentro de una
institución muerta, trayendo nueva perspectiva y frescura para el pueblo que
deseaba algo que fuera verdadero. Los
libertos representaban a aquellos que habían sido formados en la institución, a
los que habían aprendido a vivir sacando provecho de ella. Su falta de
contacto con el mundo los había encerrado en sí mismos a tal punto que no podían
entender ni beneficiar a aquellos que debieran haber sido el objeto de su
misión. Debido a esto, invertían todas sus energías en cuidar a la iglesia de
las influencias que amenazaban con cambiar ciertas formas que eran usadas como
disfraz para esconder la similitud que había con ese mundo por el cual no
estaban dispuestos a trabajar.
Entre los apóstatas
declarados y estos, hay una diferencia: mas
allá del peligro que representa la apostasía abierta, el apóstata tiene la
valentía de arriesgarse y meterse en un mundo nuevo y declararse abiertamente
de qué lado está en la guerra espiritual en la que todo ser humano debe
participar. El institucional, dominado
por su cobardía, no se anima a pisar fuera del ámbito que le ha dado seguridad
física pero que para él no tiene demasiado significado espiritual. Es por
eso que estará dispuesto a hacer cualquier negocio con tal de que no amenacen
su posición en la institución y por consecuencia dejará que ella sea quien
establezca sus lealtades en la vida.
Cuando esa es la
situación, no hay lealtad a Dios, sino
lealtad a una subcultura que se ha formado como consecuencia de estar
encerrados en sí mismos. La idea de un Dios forma parte del cuadro, pero
simplemente será considerado como un elemento que servirá para mentarlo y
defenderlo en caso de que alguien se atreva a pedir o sugerir un cambio.
“Entonces
sobornaron a unos para que dijesen que le habían oído hablar palabras blasfemas
contra Moisés y contra Dios” (Hechos 6: 11). En este pasaje claramente se ve la
manera de actuar de estas personas que se aferran a una tradición religiosa
pero que nos tienen el Espíritu de Cristo. Ellos no tienen ningún tipo de principios aunque tapan esa carencia con una
gran adhesión a las formas. Ellos sobornaron a “unos” para que mintieran
descaradamente con el fin de mostrar que ellos estaban preocupados por el
nombre de Dios.
Siempre es necesario tener cuidado con
aquellos que parecen preocuparse demasiado por cuidar a Dios, defender un bando
o cuidar de “la iglesia”.
Si lo analizas detenidamente notarás que en la mayoría de los casos esas
“preocupaciones altruistas” esconden una motivación egoísta. Juan el Bautista
lo pudo discernir claramente cuando sus discípulos le hablaban acerca de que
Jesús estaba bautizando como él. También Jesús pudo notarlo cuando sus
discípulos le dijeron que había otras personas que estaban sanando en su
nombre. La preocupación que los
discípulos de Juan y de Jesús mostraban por sus maestros, era realmente un celo
por la posición que ellos habían adquirido por el hecho de estar junto a
ellos. Estaban fingiendo preocupación por la “causa” cuando en realidad lo
único que intentaban era defender a sus propias personas.
En el caso de los
discípulos era algo inconsciente, en el caso de los libertos era el rechazo
abierto al llamado del Espíritu y es por eso que estaban dispuestos a
quebrantar cualquier principio con tal de llegar a concretar sus fines.
Los libertos
estuvieron dispuestos a hacer las transigencias morales más degradantes con tal
de eliminar a aquel que amenazaba al “statu quo”. Es así que ellos sobornaron a
personas para acusar a Esteban de blasfemia contra Moisés y contra Dios. No
hablemos solamente de la condición de los libertos sino que es importante notar
que para que los libertos tuvieran éxito hubo personas que estuvieron
dispuestas a ser sobornadas por ellos.
Eso nos muestra que
siempre habrá personas que desean estar
alrededor del poder, pero que no confían en que Dios esta en el control de sus
vidas. Es por eso que les gusta andar alrededor de dirigentes que ostenten
poder porque en su inseguridad y falta de fe necesitan que alguien los cobije
con una figura protectora. Así como Nimrod el cazador logró el servicio de la
gente a cambio de protección de las fieras, estas personas rinden un servicio
ciego y degradante a aquellos que les garantizan alguna forma de protección o
recompensa. Estas relaciones enfermizas
son la base misma del abuso y de la perpetración de la corrupción en la
institución de la iglesia que nació para servir pero que ahora vive para ser
servida.
La predicación de
Esteban no atacaba a la institución sino que presentaba Jesús. Siempre que eso
suceda, el pecado que está camuflado con religiosidad se verá amenazado. Siempre que alguien forme parte de un
movimiento se confrontará con la frialdad y solidez de la institución que no
tiene vida. Nunca los movimientos nacieron fuera de una institución, sino
que se formaron dentro de ella con el objetivo de renovarla. La historia nos
demuestra que ese proceso es doloroso tanto para los discípulos de Cristo como
para la institución misma, sin embargo esa será una realidad que no se podrá
evitar. Como el movimiento trae vida con
él, la institución buscará matar aquello que la amenaza con la transformación y
que hace resaltar justamente aquello de que carece: poder vivo.
El poder de Dios contagia, el poder de la
institución se impone. El
poder de Dios inspira, la autoridad de la institución amenaza. El poder de Dios mueve, la burocracia de la
institución paraliza. El poder de Dios predica, la institución dogmatiza.
Esteban hablaba lleno del Espíritu Santo, los libertos discutían llenos de
rabia y pasión. Esas son las realidades que se verán en los momentos donde
comienza una verdadera reforma.
Hoy tú debes analizar si formas parte de una
institución o de un movimiento. Recuerda que el movimiento
siempre trata de renovar la institución, no intenta destruirla. Por el otro
lado, la institución siempre tratará de llevar al movimiento al mismo estado en
que ella se encuentra, la muerte. Ser parte de un movimiento es satisfactorio
porque la fuerza del mismo no está basada en estrategias serviles ni tácticas
agotadoras, sino en el poder del Espíritu. Sin embargo el hecho de poseer una
fuerza que la institución no tiene hará que marques una diferencia y que ella
se resista.
Ser parte de una institución significa poner
todas tus energías en tratar que ella se mantenga idolatrando su estructura ya que ella es el andamio en por el cual se
mantiene parada, aunque no viva. Todos los que forman parte de un movimiento
también pueden formar parte de la institución, ellos la ven como un medio, no como un fin. Por otro
lado, no todos los que son parte de una institución aceptarán ser parte del
movimiento. Unos buscan cumplir una misión y esparcir un mensaje, los otros
buscarán destruir el mensaje con tal de mantener a la institución. En tus manos
está la decisión.
Pero recuerda, si eliges ser parte de un movimiento no
pienses que tu misión es destruir, sino renovar. Los que son llenos del
Espíritu Santo solamente pueden dar vida. Por otro lado, si eliges ser parte de
la institución recuerda que si estas gastando tus energías en destruir el
movimiento, lo único que harás será fortalecerlo. La única manera de destruirlo
se llevará a cabo cuando logres que los integrantes del movimiento crean que la
estructura es la que da vida y no el Espíritu.
La Biblia nos dice que habrá una generación final que
formará parte de un movimiento que no se dejará engañar por esa mentira. Esa
generación permitirá que el Espíritu haga renacer el movimiento que comenzó
después de la ascensión de Cristo. Tú has sido llamado a ser parte de él.
Dios nos bendiga,
Joel
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste blog no está activo; tiene continuidad en el siguiente blog:
ResponderEliminarhttps://jonasberea.wordpress.com/