Por Jonás Berea (jonasberea@gmail.com)
Publicado también en CaféHispano (Spectrum)
El Consejo de la Unión
Adventista Española (UAE) ha presentado a la iglesia un plan estratégico para el siguiente
quinquenio. De momento conocemos el esquema del mismo, presentado en la Revista Adventista de diciembre
de 2012 y en el breve vídeo Una iglesia para todos.
El plan se basa en cinco pilares:
1. Revitalizar la iglesia.
2. Reforzar nuestra identidad adventista.
3. Fomentar nuestra relevancia en la sociedad.
4. Expandir el mensaje adventista en España.
5. Aumentar la eficacia y la transparencia administrativa en
la iglesia.
Hay que destacar positivamente que por primera vez los dirigentes de nuestra unión presenten un plan
de este tipo y lo ofrezcan al conjunto de la iglesia para que se involucre en
su desarrollo. Eso sí, veo necesario destacar dos ideas:
- Debemos tener muy presente el objetivo y la finalidad fundamental de los cristianos, que no es la iglesia en sí, sino Cristo. Hay que tener cuidado en que el énfasis en la relevancia social y la identidad de la iglesia no nos haga caer (permanecer, en realidad) en un modelo eclesiocéntrico, sino avanzar hacia un modelo cristocéntrico. No olvidemos que nuestra misión no debe ser dar a conocer ni predicar una iglesia, sino dar a conocer y predicar a Jesús. Este fundamento debería estar más explícito en todos nuestros documentos.
- También es importante comprender en qué consiste el liderazgo cristiano: no en que unos dirigentes diseñen unos planes para que las bases los cumplan (en cuyo caso serían simples jefes, al estilo del mundo), sino en que los líderes involucren al conjunto de la iglesia en el plan, pero ya desde sus propios inicios, empezando por la tarea de definir los objetivos. Que sea el propio Espíritu, actuando en el conjunto de los hermanos, el que defina el rumbo que la iglesia como cuerpo de Cristo va a tomar. El pastor Burrill explica muy bien, ejemplificando en el nivel de la iglesia local, el daño que hace “una mala comprensión del ministerio” (véase el apartado con ese título en el artículo El sacerdocio universal de los creyentes y el ministerio eclesial). Otro tanto se puede decir de niveles superiores.
En este artículo me centraré en el último punto del plan,
relacionado con la eficacia y la transparencia administrativa, sobre el que veo
necesario señalar lo siguiente:
1. En el vídeo se va mencionando cada objetivo, y a continuación se añade un breve comentario que lo desarrolla; curiosamente, esto
ocurre con todos menos con el último, que queda por
tanto más impreciso.
2. En los últimos tiempos, tanto a escala mundial como en la Unión Española, es evidente que
hay una preocupación generalizada por la
transparencia (es decir, por la falta
de transparencia), y que algunos están buscando soluciones: véanse los
artículos Carta abierta a un dirigente adventista, Es necesaria una mayor transparencia en la administración de la iglesia y Voces por la transparencia en la iglesia.
3. En la última Asamblea
de la Unión
también se constató un marcado interés por el asunto. Tal y como quedó recogido
en el artículo Después de la XIX Asamblea de la Unión Adventista Española, muchas de las
propuestas de las iglesias planteaban ideas para que la organización funcione de
manera transparente. Se aprobaron
algunas medidas concretas, como enviar una vez al año a los consejos de las
iglesias un informe sobre los diezmos y ofrendas y los proyectos realizados, traducir
el Working Policy, elaborar un folleto informativo sobre la estructura
administrativa de la iglesia, informar a las iglesias sobre los costes de las
convenciones y publicar en la Revista Adventista los principales
acuerdos del Consejo de la UAE
y de las instituciones.
Otra propuesta aprobada fue la de dar a conocer a las
iglesias a corto y largo plazo los proyectos de la presidencia y los
departamentos, además de los presupuestos y las cuentas. Es muy positiva,
también, pero resulta significativo que fueran
rechazadas precisamente aquellas propuestas que iban encaminadas a concretar un
compromiso para cumplir este objetivo general, como por ejemplo la que
establecía una periodicidad semestral para esos informes. Si no se establece
una periodicidad fija, la pretendida transparencia
queda sometida al arbitrio de los dirigentes. Tampoco se aprobó que se
hagan públicos los proyectos de trabajo y la memoria anual de todos los
departamentos, estableciendo instrumentos para que la membresía pueda evaluar,
sugerir y mejorar la gestión de la
UAE. Se rechazaron propuestas como la de publicar los
Estatutos y el Reglamento de la
UAE en la página web oficial, y la de que se realicen
obligatoriamente auditorías externas de las cuentas de la Unión y de todas las
instituciones. Y tampoco se quiso asumir
el compromiso de favorecer una mayor participación de pastores, obreros y
laicos en la toma de decisiones, creando los foros y cauces necesarios para
que su opinión sea tomada en cuenta, pues se consideró ¡que ya existen los
cauces suficientes! Se empezó el quinquenio, por tanto, más con afirmaciones
generales que con planes concretos de transparencia.
4. Los objetivos son
la base de un programa. Como se dice en el vídeo, “debemos ponernos a
trabajar”. Los dirigentes nos proponen unos objetivos; aunque se han planteado
de forma vertical, asumamos que son representativos del conjunto de los
hermanos. Pero es indispensable que en las siguientes fases del plan se cuente
con la participación de la feligresía, si no fracasará. Es necesario que ahora los dirigentes establezcan un sistema de recogida de ideas de las iglesias
y de los hermanos, para desarrollar los contenidos, la metodología, la
temporalización y la evaluación
(imprescindible si se desea transparencia) del programa. Todos los miembros
tenemos que comprometernos en este plan; pero para ello debemos saber que
existe, y se deben abrir los cauces de participación. Y los pastores y
administradores deben estar a pie de obra, coordinando la participación e
informando sobre su desarrollo.
5. Vamos a los hechos: para empezar, el número de la Revista Adventista
sobre la Asamblea
(mayo de 2012) no informó sobre las
propuestas que se debatieron allí, y por tanto no se dieron a conocer a la
iglesia los compromisos específicos sobre transparencia y otros asuntos. En
segundo lugar, el secretario de la
Unión se comprometió a que después del verano las iglesias, a través de quienes fueron sus
delegados a la Asamblea,
recibirían un informe oficial concretando las propuestas aprobadas por la Asamblea; han pasado
nueve meses desde el evento y cuatro desde que acabó el verano y la iglesia
todavía no sabe apenas nada sobre las decisiones allí tomadas, excepto lo que
de forma espontánea pudieran comunicar los delegados a su regreso del
encuentro.
6. Uno de los avances más significativos de la última Asamblea
fue recuperar la Comisión permanente de Planes y Resoluciones,
que jamás debería haber sido eliminada. En estos nueve meses tampoco hemos
tenido información sobre sus actuaciones, ni se ha animado a las iglesias a
participar enviando sugerencias. Es más, ¿saben todos los adventistas españoles
que existe esa comisión?
7. La transparencia
no sólo debe entenderse hacia el futuro, sino también hacia el pasado, sobre todo porque los principales dirigentes en
este nuevo quinquenio son en gran medida los mismos que en el periodo anterior.
Si realmente están dispuestos a informar a la iglesia sobre los asuntos que
conciernen a ésta, hay muchas cuestiones
importantes que se llevaron a cabo en los últimos años, incluso ya en este
quinquenio, que todavía arrastran secuelas, que preocupan profundamente a
muchos hermanos y sobre las que no se ha
informado a la iglesia: el juicio por la estafa relacionada con la
editorial Safeliz, el despido improcedente de ocho empleados de la editorial
(en el caso más reciente, ocurrido ya tras la Asamblea, sin ofrecer
ninguna explicación oficial ni siquiera a la propia persona implicada, y sin
darle oportunidad de apelar ante instancias imparciales, a pesar de la
insistencia del afectado y de otros hermanos en reclamar ese derecho básico), los
rumores de ERE en ADRA, las costosas obras en las instalaciones de la editorial...
8. La transparencia implica una manera de actuar que va más
allá de informar y comunicar. Pensemos en el ámbito institucional: lo
transparente no es que los dirigentes se reúnan durante horas a preparar consejos
para que luego estos aprueben lo que ellos planean (práctica habitual), sino que todos los consejeros dispongan
exactamente de la misma información y recursos del tipo que sean (eso
incluye que un consejero “laico” debe tener todas las facilidades para estar
presente en un consejo, o al menos tantas como un consejero “obrero”).
9. En realidad la
transparencia es sencillamente informar de lo que todos tenemos derecho a saber
porque todos somos iglesia. Si la información se convierte en privilegio de
una camarilla, entonces todo se pervierte. La experiencia demuestra que eso
pasa por igual en cualquier organización humana; por eso la iglesia debe
funcionar de manera diferente al mundo (y, ante todo, no peor que algunas instituciones políticas o sociales, como a menudo
ocurre). Se debe evitar a toda costa el uso de la información como instrumento
de dominación (ya advierte el dicho que “información es poder”). Lo principal no
es tanto mejorar las vías de comunicación, ni siquiera aumentar la cantidad
de información, sino reconocer sin paliativos el derecho de la iglesia a estar
informada incluso sobre las cuestiones más delicadas (sin perjuicio de las
cautelas en cómo informar según
los casos).
10. La transparencia además incluye actuar de acuerdo con
principios cristianos elementales. De este modo, cuando se toma una decisión delicada sobre un hermano, este tiene el
derecho a que su versión se conozca previamente (lo reconocen los textos
normativos de nuestra iglesia, en línea con la Escritura), así como,
por supuesto, a saber que un consejo va a hablar sobre su caso (algo que se
incumple en múltiples ocasiones).
11. Por mucho que el propio presidente electo expresara ante
la Asamblea
su voluntad de ser transparente, por mucho que ahora este objetivo se incluya
en el plan quinquenal, el sentido común y la luz que la Escritura nos da sobre cómo
es la conducta humana en los marcos institucionales nos obligan a estar alertas para discernir si estos
maravillosos propósitos de los dirigentes son simplemente lemas teóricos,
pronunciados en un contexto en el que la palabra transparencia “está de moda”,
o son objetivos reales que entre todos vamos a cumplir. Insisto en lo de entre todos, pues es imperativo
comprender que estos cambios hacia una iglesia genuinamente cristiana sólo se
pueden hacer con el compromiso personal de cada miembro. No olvidemos que en la Asamblea fueron los
delegados, muchos de ellos laicos, quienes tumbaron algunas propuestas que
concretaban la transparencia. ¿Estamos dispuestos a esforzarnos por una iglesia
limpia de operaciones ocultas, que muestre su rostro abiertamente ante Dios y
ante el mundo?
Oremos por el conjunto de la iglesia y por los dirigentes en
especial para que el Señor nos acompañe en
la consecución de tan loable objetivo.
(Nota: Envié el artículo a los administradores de la Unión por si deseaban hacer
alguna precisión o valoración, pero no he obtenido respuesta.)
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