domingo, 23 de octubre de 2011

Ante la próxima Asamblea de la Unión Adventista Española

La XIX Asamblea de la UAE dará comienzo el 4 de abril de 2012




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PRESENTACIÓN


Ante el llamado al reavivamiento y la reforma propuesto por la Asociación General (AG) y ante la proximidad de la convocatoria de la XIX Asamblea de la Unión Adventista Española, somos muchos los miembros de iglesia que creemos necesario, y así lo manifestamos, un serio replanteamiento en las actitudes y en los procedimientos administrativos de nuestra iglesia, ya que éstos tienen una gran influencia, tanto positiva como negativa, en el espíritu del creyente, en su integración y pertenencia a la iglesia, en su reavivamiento espiritual y en su implicación en la finalización de la obra.

En nuestra iglesia hay una gran necesidad de transparencia informativa en todos los ámbitos de la dirección de la iglesia.

Todos los miembros de iglesia somos corresponsables de la misma. Recordemos que según el Manual de la iglesia “la autoridad de la iglesia descansa en sus miembros” (p. 25; negrita añadida). Por este motivo, todos los miembros tenemos el derecho y el deber de estar bien informados sobre las cuestiones administrativas de la iglesia. Como es natural, esto requiere respetar el principio de transparencia informativa.

No tiene sentido en nuestro ámbito que –aunque sea con la mejor intención– se dosifique u oculte la información a la feligresía, pues nuestros principios organizativos no buscan el predominio de unos sobre otros, sino que más bien deben prevenirlo. En este sentido, afirma Elena White que “en la iglesia ha de mantenerse una disciplina que proteja los derechos de todos y aumente el sentido de mutua dependencia. Dios nunca se propuso que la mente y el juicio de un solo hombre fueran el poder dominante. Nunca dispuso que un hombre gobernara, planificara y dispusiera sin la consideración cuidadosa y acompañada del cuerpo entero, a fin de que todos actuaran de manera firme y armoniosa” (Mensajes selectos, t. 3, pp. 16-17; cursiva añadida).

A fin de llevar a cabo esa labor colectiva, es pues indispensable que todos los hermanos dispongan de la información relevante para poder participar en la organización común. Y esa participación, así como todos los procesos administrativos, han de llevarse a cabo siempre –sin perjuicio de la lógica prudencia– de la manera más abierta y transparente posible, conforme a los valores evangélicos que profesamos (ver Mateo 5: 14-16; Lucas 8: 16-17; 12: 2-3).




1. DOCUMENTOS NORMATIVOS Y ADMINISTRATIVOS

Working Policy


El Working Policy (WP) es el documento por el que se rige el funcionamiento administrativo de la Iglesia Mundial. Todos los demás documentos administrativos de cada uno de los niveles organizativos e instituciones deben regirse por él. Por ello es urgente promover el conocimiento del WP entre todos los hermanos de la iglesia. Esto evitaría que en la Asamblea, por desconocimiento, como ha ocurrido en alguna ocasión, se aprueben medidas que sean contrarias a él que luego sea necesario rectificar.

Estatutos

Los Estatutos y el Reglamento de la Unión Adventista Española, que regulan el funcionamiento representativo de la iglesia, son documentos públicos accesibles a cualquier persona perteneciente o no a la Iglesia Adventista. Dada su importancia, es vital que sean conocidos por todos los miembros de la Unión española (administradores, pastores, obreros y laicos) a efectos de una organización y administración de la iglesia compartidas por todos, de la misma manera que son de obligado conocimiento las normas que regulan el funcionamiento de cualquier grupo social, como una comunidad de vecinos, una empresa o un municipio.


Manual de la iglesia

El Manual de la iglesia es un documento aprobado por la Asociación General que describe el funcionamiento de la iglesia local, su estructura, departamentos, creencias y normas. Nos encontramos con que muchas veces no tenemos claro cuál es el valor normativo de muchos de sus contenidos, o –en su caso– si sólo tienen carácter descriptivo y/o consultivo pero no vinculante. Sería necesaria una clarificación en el marco de la Asamblea por parte de quien competa, a fin de que los miembros de iglesia sepan a qué atenerse en las diferentes circunstancias en las que se encuentren.



Propuestas

Hemos constatado el desconocimiento de una gran parte de la feligresía tanto de la existencia de estos documentos como de su importancia. Ello es debido, en gran manera, al difícil acceso que tenemos a ellos, ya que debemos solicitarlos explícitamente al pastor o a la Administración y muchas veces nos topamos con la reacción de sospecha sobre qué intenciones se tienen al pedir los documentos. La iniciativa de dar a conocer estos documentos debería partir de los pastores y de los administradores.

Por ello proponemos:

· La publicación en la página web de UICASDE de los Estatutos y Reglamentos de la Unión Adventista Española.

· Que se establezca como norma que cada miembro de iglesia, máxime si pertenece a la junta de iglesia u ocupa cargos institucionales, disponga de una copia de los Estatutos y del Reglamento y del Manual de la iglesia.

· La elaboración por parte de la Unión de un folleto informativo que resuma, con apoyo gráfico, la estructura administrativa de nuestra iglesia, de modo que todos los miembros sepan qué es el Consejo de la Unión y de qué miembros se compone, cuáles son las instituciones de la iglesia, cómo funciona la Asamblea…

· Que se disponga de un stock suficiente de copias del Manual de la iglesia en las distintas librerías de Iglesia que permitan su adquisición por cualquier miembro.

· Que se fije un plazo para la traducción del Working Policy al castellano (a menos que ya exista). Aun antes de traducirlo, establecer un programa de formación de administradores, pastores y laicos en los puntos del WP que más afecten a la Unión española.


2. FORMACIÓN Y PARTICIPACIÓN DE LOS MIEMBROS DE IGLESIA

Nuevos miembros.
Convendría que en la formación básica que se considera debe conocer el miembro nuevo de nuestra iglesia, además de las creencias fundamentales se incluyeran conocimientos sobre el funcionamiento institucional, sus principios y sus mecanismos.

Programas para todos los miembros. La formación de la congregación en asuntos organizativos debería promoverse en ocasiones en que se garantizara la asistencia del mayor número de hermanos, pues se trata de asuntos esenciales para la iglesia. De este modo se fomentará la implicación del conjunto de la iglesia en la marcha de la institución y se comprenderá que la Asamblea es la plasmación de una preparación y trabajo permanentes de una iglesia en acción.

Para ello debería establecerse, desde la Unión, un plan de formación de todas las iglesias en asuntos administrativos, de modo que cada pastor tenga que promover en sus iglesias al menos una sesión anual de información y otra de debate sobre la organización, los Estatutos y el Reglamento, mientras que en el año anterior a la Asamblea se organizarían al menos tres sesiones de este tipo. Algunas de las sesiones informativas deberían tener lugar en los programas de Escuela Sabática y ocasionalmente durante la hora del culto, mientras que los encuentros de debate serían en sábado por la tarde. Los ancianos y oficiales de cada iglesia local deberán velar por la realización de dichas actividades.

En esas reuniones también se podrían tratar cuestiones relacionadas con la administración presente de la iglesia que interesen a los hermanos. Tras celebrarse, las iglesias enviarían un informe a los administradores en el que se harían constar los temas tratados así como las preguntas y sugerencias recibidas de los miembros. Los administradores se comprometerían a dar respuesta a todas ellas en un plazo razonable, bien por carta o bien personalmente en asamblea administrativa debidamente convocada con los puntos de agenda definidos.



3. LOS PROCEDIMIENTOS EN LA ASAMBLEA


Preparación de la Asamblea

Concepto de delegado. Elegir un representante no consiste en “delegar” acríticamente en él nuestra capacidad de conocer; lo elegimos porque pensamos que su criterio está en sintonía con el nuestro y es sensato. Pero ello no debe basarse en una impresión o intuición, o en que nos parezca simpático, sino en un trabajo previo de reflexión colectiva, donde los miembros se han reunido para conocer y profundizar en el funcionamiento de la iglesia. El delegado ha de ir formándose para que cuando llegue la Asamblea sepa de qué se está hablando y pueda tomar decisiones con criterio. Y, como cualquier miembro puede ser elegido delegado, toda la iglesia debe estar formándose periódicamente en relación con estos temas.

Los delegados y los Estatutos. No es necesario, aunque sea lo ideal, que quienes sean elegidos delegados para la Asamblea conozcan previamente los Estatutos. Pero es imprescindible que tan pronto como alguien sea elegido, comience a estudiar, y a compartir con su iglesia, todas las cuestiones organizativas relacionadas con la institución.

Reuniones de delegados. Al igual que los dirigentes hacen consejos para tratar los temas antes de ir a la Asamblea, los laicos que representan a sus iglesias deberían celebrar una convención, o al menos convenciones regionales, antes de la Asamblea con el mismo objetivo: compartir ideas, mejoras, solicitudes, propuestas, explicar lo que saben y establecer los puntos de agenda que les interesen a todos con conocimiento de causa.

Tramitación de las propuestas a la Asamblea. Habría que replantearse seriamente el actual procedimiento para hacer llegar las propuestas de los laicos a la Asamblea, pues éstas suelen encontrarse con demasiadas barreras para conseguir que sean tratadas allí. A continuación enumeramos las más relevantes y cómo afrontarlas:

1. Poca información al miembro para que sepa cómo debe actuar si tiene una propuesta. Es preciso que todos sepan a qué atenerse en tal circunstancia.

2. Junta de iglesia (elige sólo tres). Los criterios deberían ser lo más abiertos posible.

3. Administradores (que reciben y deciden las más importantes). Ídem.

4. Tiempo insuficiente durante la Asamblea para estudiarlas y votarlas (nunca se tocan todas las incluidas en la agenda por falta de tiempo). Es preciso dotar a la Asamblea del tiempo necesario con tal fin.


Durante la Asamblea

La agenda con las propuestas que llevan los delegados a la Asamblea debería ser el alma de la misma, y por tanto ocupar el máximo tiempo posible de ella, pues dicha agenda reúne todas las cuestiones que se han tratado en las iglesias de la Unión. Quienes han participado en asambleas previas son conscientes de que siempre hay propuestas que ni se llegan a tratar, y de que además habría sido necesario mucho más tiempo para debatir las propuestas tratadas, a fin de madurar lo suficiente las ideas antes de votar sobre los acuerdos. En cambio, gran parte del tiempo de la Asamblea se dedica a la exposición de informes de los administradores y departamentales. Siendo que éstos se han presentado previamente por escrito, es innecesario repetirlos de viva voz, consumiendo el tiempo necesario para el debate de las propuestas.

Hay que dejar que el Espíritu actúe en la elección de las personas, que debe hacerse de forma colegiada por parte de la Comisión de Nombramientos (en la que la opinión y el voto de todos sus miembros tienen el mismo valor). Es importante que las propuestas que la Comisión lleve a la Asamblea consistan no sólo en el nombre del candidato, sino también de los argumentos objetivos que han llevado a la Comisión de Nombramientos a presentarlo. De esa manera la Asamblea podrá votar de manera informada y reflexiva.

Es inevitable que las personas que están dirigiendo la iglesia tengan ilusión por continuar haciendo su labor, o que tengan “favoritos” para su sucesión o para otros cargos. Pero, al igual que entre los laicos no deben realizarse maniobras para promover a personas concretas para determinados puestos, tampoco entre los administradores deben designarse sucesores, ni crear en nadie la expectativa de que van a ocupar un cargo.


Después de la Asamblea

Información de los delegados a sus iglesias. En el plazo de dos meses después de la Asamblea habría que fijar normativamente al menos una sesión, en horario que garantice la presencia del mayor número posible de hermanos, y con tiempo suficiente, en que los delegados informen a la iglesia sobre los procesos que han tenido lugar en la Asamblea. Esta información contendrá no sólo los resultados, sino también los procedimientos seguidos para obtenerlos, sin ocultar los aspectos polémicos, para que el conjunto de los miembros sea consciente de la dinámica de la iglesia y se sienta animado a participar en ella. Las decisiones tomadas responden a un estado de opinión determinado, pero pueden ir modificándose en Asambleas posteriores, y es importante que los hermanos tengan conocimiento no sólo de las resoluciones, sino también de las diversas corrientes existentes en la iglesia, de las propuestas rechazadas, de las razones aducidas para ello…

Información sobre la nueva dirección de la iglesia. Tras la Asamblea, la Revista Adventista publica información sobre los nuevos administradores, pero siendo que también el Consejo de la Unión toma decisiones que afectan al conjunto de la iglesia española, sería conveniente que además se publicara una foto y una breve presentación de cada consejero.

Presentación de su programa por el nuevo equipo. En el plazo de dos meses después de la Asamblea, el nuevo presidente y cada uno de los departamentales deberían presentar su programa para la aprobación en el Consejo de la Unión. Seguidamente se publicaría en la Revista Adventista y se comunicaría a cada iglesia en una reunión administrativa. Así la iglesia puede conocer el programa y hacer el seguimiento, así como proponer sus objeciones si las hubiese (para lo cual debería habilitarse un mecanismo transparente y eficaz).



4. IDEAS QUE SE PUEDEN CONVERTIR EN PROPUESTAS PARA LA ASAMBLEA


4.1. Organización de la iglesia

· Clarificar el papel organizativo y de toma de decisiones de los distintos niveles organizativos de la Iglesia Adventista en el mundo:



- cuál es el nivel de autonomía en la toma de decisiones y qué margen de acción tiene la División Euroafricana de acuerdo a las directrices de la AG;


- cuál es el nivel de autonomía en la toma de decisiones y qué margen de acción tiene
la Unión Española con respecto a la AG y a la División; y


- cuál es el nivel de autonomía en la toma de decisiones y qué margen de acción tiene la iglesia local con respecto a las directrices de la Unión Española.


· Establecer una mayoría de laicos en todos los consejos y que se garantice que puedan estar siempre en sus correspondientes reuniones.

· Favorecer una mayor participación de pastores, obreros y laicos en la toma de decisiones, creando los foros y cauces necesarios para que su opinión sea tomada en cuenta. Por ejemplo, las convenciones de pastores, maestros, colportores, etcétera, deberían convocarse no sólo para que esos colectivos reciban información por parte de los administradores, sino para que también eleven propuestas y debatan los problemas internos. Con tales objetivos en mente, sería necesario programar esas convenciones de manera diferente a como suele hacerse, distribuyendo el tiempo de su duración de manera que primen decisivamente las actividades relacionadas con los problemas reales del colectivo correspondiente. Para lo cual, como es lógico, lo más importante es escuchar a éste.

· Restablecer el mandato de cuatro años, en vez de cinco. Así funcionó nuestra Unión durante décadas y además ésa es la costumbre en los cargos públicos del mundo presente, basada en consideraciones éticas que aconsejan la limitación del tiempo de ocupación de un cargo. Es sin duda un plazo más breve, pero suficientemente largo como para desarrollar un proyecto administrativo, facilitando la renovación y el control, así como la rotación de los pastores, y evitando que los posibles errores de gestión se prolonguen excesivamente.

· Limitar los mandatos consecutivos de los administradores a dos, por las mismas razones que en el punto anterior.

· Restablecimiento de la Comisión de Planes y Resoluciones, que fue eliminada en la última Asamblea. Esta Comisión, de carácter interasambleario, tendría que tener capacidad no solo de emitir propuestas sino también de realizar un seguimiento (una vez al año sería suficiente) de los planes y resoluciones de los administradores y de los departamentales. No tendría un carácter de toma de decisiones como lo tiene el Consejo de la Unión, pero sí de evaluación.


4.2. Transparencia

· Tanto en el nivel administrativo local (consejo de iglesia) como en el nacional (Consejo de la Unión), es necesario mantener un cauce de información abierto hacia los miembros sobre la toma de decisiones, a fin de dar a conocer, siempre y cuando no afecte a la privacidad de las personas, no sólo las decisiones tomadas, sino también las razones objetivas que las refrendan.

· Recuperar la medida, abandonada hace años, de publicar en la Revista Adventista los acuerdos del Consejo de la Unión. Respecto a los consejos de las instituciones, garantizar que las personas afectadas por las decisiones que se toman estén informadas puntualmente sobre las mismas.

· La Unión envía a los componentes de la junta de iglesia una encuesta en la que valorar el ministerio pastoral. Igualmente, deberían pasarse a los pastores y a los miembros de las juntas de iglesia encuestas periódicas para evaluar la gestión de la Unión y sus departamentos, a fin de que los administradores tengan referencias para la mejora de sus actuaciones.

· Respetar plenamente criterios de equidad, objetividad y transparencia en la contratación de empleados de las instituciones.



4.3. Formación administrativa y teológica


· Favorecer el diálogo y el debate teológico. Invitar a teólogos y oradores especialistas en aspectos bíblicos y doctrinales, incluidos algunos pastores del territorio español, para que impartan congresos, charlas, encuentros, etcétera, donde se promueva el intercambio de ideas y la reflexión personal. Reservar a los predicadores evangelistas para las campañas de evangelismo y conferencias públicas.

· Crear foros y cauces de encuentro de laicos donde se favorezcan el intercambio de ideas y la reflexión común. Por ejemplo, convocando congresos, convenciones o encuentros cuyo contenido principal no sean exposiciones por parte de los administradores, sino sobre todo grupos de análisis en los que los asistentes puedan elevar propuestas y debatir los problemas internos. También sería muy productivo fomentar este tipo de foros en Internet, por lo que implicaría de agilidad y ahorro de costes.

· Favorecer la participación y toma de responsabilidades de los jóvenes en el servicio y la dirección de la iglesia local. Educar a los jóvenes para que se sientan miembros de pleno derecho y responsabilidad en la iglesia, adecuando sus actividades para que sean compatibles con el del resto de la iglesia y así puedan tomar cargos de responsabilidad. La iglesia necesita renovación de ideas y procedimientos.


CONCLUSIÓN

Animamos a la iglesia en su conjunto a participar aportando ideas, incluidas las críticas a lo que se expone en este mismo texto. Aquellos hermanos que, tras numerosos desengaños piensan que no merece la pena esforzarse en promover mejoras, deberían ser conscientes de que todo cambio en el plano social o institucional (y nuestra iglesia es también una institución y una sociedad) ha sido fruto del empeño de personas que quizá en su experiencia no vieron realizados esos cambios, pero otros que vinieron después sí. Hubo propuestas que hace décadas pudieron parecer “escandalosas”, pero con el tiempo han sido asumidas por la organización, y hoy resultaría escandaloso prescindir de ellas. Cada propuesta de mejora, si está inspirada en el Evangelio y sus principios, de un modo u otro ejercerá una influencia. Eso sí, quienes queremos una iglesia cada vez más acorde al Evangelio (seguro que todos los hermanos la queremos) esperamos no tener que esperar a que sean las generaciones futuras las que lo vean hacerse realidad.

Invitamos a expresar las adhesiones, críticas y aportaciones a este texto en los comentarios de Café Hispano (Spectrum), donde ha sido publicado. También se puede escribir a los autores a la dirección jonasberea@gmail.com.


Octubre de 2011

Esther Villanueva, Willy Sánchez, Joaquín Martín, F. Sánchez B., M. Á. Santafé, Israel López, G. Morales, Carmina D., Juan Ramón Junqueras, Ruth Hidalgo, Isabel Oliván, Javier Zanuy, Patricia González, Sonia Romero, E. R. S., Juanfer, Isaac García, Luis Oliván, A. Gallego, Antonio Hernández, Manuel Franco, Rosa A., Javier Martínez, Marta Saguar, Esteban Hernández








martes, 4 de octubre de 2011

El legalismo según Pablo


Publicado también en Café Hispano (Spectrum)



La Guía de Estudio de la Biblia, o librito de la Escuela Sabática, nos propone para el trimestre octubre-diciembre de 2011 profundizar en la epístola a los Gálatas. Además de algunas obras de consulta accesibles en línea, como el Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, o los comentarios que se pueden descargar gratuitamente con la Biblia electrónica e-Sword (en inglés), considero recomendable un interesante libro sobre esta carta de Pablo: Evangelio versus legalismo. Cómo enfrentar la influencia insidiosa del legalismo, de Marvin Moore (Buenos Aires, ACES, 1998).

El autor presenta su obra no como un estudio erudito, sino fundamentalmente como una aportación pastoral, con aplicaciones especiales para la Iglesia Adventista, dado que, según él, “la mejor manera de beneficiarnos con un libro acerca del legalismo es examinarlo de cerca en una denominación que esté repleta de él” (p. 13); y, tristemente, como cualquiera puede constatar, y como el propio libro expone abiertamente, en la Iglesia Adventista existe una propensión especial al legalismo, por la cantidad de normas heredadas de nuestra tradición.

Moore comenta la epístola capítulo por capítulo, centrándose sobre todo en las respuestas de Pablo al conflicto generado por los judaizantes de Galacia (a los que denomina “partido judío”), por su afán de imponer ciertas prácticas al conjunto de la iglesia. Es en ese contexto donde se enmarca la teología paulina de la salvación, desarrollada especialmente en esta epístola y en Romanos. Moore ofrece interesantes análisis y reflexiones sobre las relaciones entre la ley y el evangelio, y entre el judaísmo del Antiguo Testamento y el cristianismo del Nuevo; también comenta en extensión el papel de la ley como “ayo”, “tutor”, “guía” o “pedagogo” (Gálatas 3: 24, 25), y lo ilustra con el debate que tuvo lugar en el Congreso de la Asociación General de los adventistas en Minneapolis en 1888.

Los últimos capítulos resultan especialmente prácticos, pues en ellos Moore aplica las enseñanzas de Gálatas a la iglesia actual. El capítulo 15 es un agudo análisis del fenómeno del legalismo, que incluye varios ejemplos reales tomados de una sección de cartas de consulta de la Adventist Review (todos ellos terribles); el autor plantea si acaso cada uno de nosotros no alberga al menos algo de legalismo. El capítulo 16 analiza las consecuencias del legalismo, el 17 ofrece al legalista pautas espirituales y prácticas para vencer esta tendencia y el 18 aporta consejos sobre cómo tratar con los legalistas; todo ello basándose en la experiencia de Pablo con los gálatas.

En definitiva, es un libro muy recomendable, que contribuye a situar la teología de Pablo en su contexto eminentemente pastoral y eclesial (algo que a veces la exégesis olvida), que contempla algunas tendencias presentes en la Iglesia Adventista desde una perspectiva de autocrítica firme y a la vez sana y no exenta de cariño, y que ofrece soluciones profundamente evangélicas.