Por Loren Seibold
Publicado también en CaféHispano (Spectrum)
Traducción de Jonás
Berea del original en inglés publicado en Spectrum.
Los acontecimientos que han tenido lugar en la reunión del
Concilio Anual como reacción a que varias uniones hayan dado inicio a la
ordenación de la mujer, no deberían sorprender a nadie. Las organizaciones
jerárquicas siempre se aseguran de que la cúspide de la jerarquía tenga la
última palabra. Pero eso es normal, y no entiendo por qué algunos esperaban
otra cosa. Tampoco debería sorprendernos la invariable atracción magnética que
estos líderes experimentan hacia la opción menos arriesgada de todas, ni su
renuencia a confiar plenamente en un sistema democrático. También es algo
previsible. En una organización amplia y en rápido crecimiento como la iglesia,
parece que el liderazgo consiste menos en la búsqueda de consensos o en
soluciones en las que todos ganan, que en evitar perder el control de las
cosas.